En el presente artículo se trata una tercera dimensión de la vulnerabilidad implícita a las dimensiones antropológica y social, la dimensión ética. En la ética confluyen todas las dimensiones de la vulnerabilidad fundidas en una realidad humana universal y decisiva en la fundamentación y en la aplicación práctica de la bioética.
Acompañar a las familias en su vulnerabilidad exige tener claras tres cuestiones: en qué radica la vulnerabilidad o ‘infirmidad’ de toda persona, en qué consiste la familia y qué es acompañar.
El autor nos aclara los términos fragilidad y vulnerabilidad para sentar las bases sobre acompañar a ancianos enfermos y pacientes con demencias. La persona que acompaña debe tener unas virtudes que van desde la escucha a la atención pasando por la paciencia, respetando siempre la capacidad de autodeterminación de la persona acompañada o acompañándola en una toma de decisiones.