
Lourdes Casas Rodríguez,
Profesora de educación especial y responsable del SAER.
Centro San Juan de Dios. Valladolid.
En el marco del Año de la Esperanza, proclamado por la iglesia, y coincidiendo con Jubileo de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, reflexionamos sobre el papel fundamental de la esperanza en el ámbito de la discapacidad intelectual. La esperanza es un concepto esencial, profundamente humano y espiritualmente enriquecedor, que trasciende las barreras y desafíos, ofreciendo una luz de guía y un motivo para seguir adelante. En el contexto de la discapacidad intelectual, la esperanza se convierte en un pilar esencial que sostiene a las personas, sus familias y a los profesionales que les brindamos apoyo. En estas líneas exploraremos cómo la esperanza se manifiesta y se nutre en cada uno de estos grupos, destacando su importancia en la construcción de una vida plena y significativa.
La discapacidad intelectual implica limitaciones en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa, que se manifiestan en habilidades conceptuales, sociales y prácticas. Estas limitaciones pueden afectar significativamente la vida de la persona y de su familia, presentando desafíos únicos en cada etapa del desarrollo.

La esperanza, en este contexto, se convierte en un elemento vital. No es simplemente un deseo optimista, sino una fuerza activa que impulsa a seguir adelante, a buscar soluciones y a encontrar significado en medio de las dificultades. La esperanza capacita a las personas con discapacidad intelectual para perseguir sus sueños y aspiraciones, a las familias para brindar un apoyo incondicional y a los profesionales para ofrecer una atención integral.
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, fiel a su carisma, entiende la hospitalidad como una expresión concreta de esperanza. Acoger, cuidar y promover la dignidad de las personas con discapacidad intelectual son actos que reflejan una profunda fe en el potencial humano y en la capacidad de superar barreras.
08 | 1 | 1 La Esperanza desde la perspectiva de la persona con Discapacidad Intelectual.
Para las personas con discapacidad intelectual, la esperanza es un motor que impulsa su desarrollo y bienestar. La esperanza se manifiesta en la capacidad de soñar, de establecer metas y de creer en un futuro mejor. A pesar de las limitaciones que puedan enfrentar, estas personas tienen sueños y anhelos como cualquier otro ser humano. Quieren ser valoradas, amadas, respetadas y tener la oportunidad de desarrollar sus talentos y habilidades.
Es fundamental fomentar la autodeterminación y el empoderamiento de las personas con discapacidad intelectual, brindándoles la oportunidad de tomar decisiones sobre sus propias vidas y de participar activamente en la comunidad. Alentarlos a expresar sus deseos, a establecer metas realistas y a celebrar sus logros, por pequeños que sean, fortalece su sentido de esperanza y autoestima.
En nuestros centros, fomentamos un entorno donde cada persona es valorada y apoyada para alcanzar su máximo potencial. La esperanza se nutre a través de programas personalizados que promueven la autonomía, la inclusión y el crecimiento personal.
08 | 1 | 2 La Esperanza en el corazón de la familia.
Las familias de personas con discapacidad intelectual son pilares fundamentales en la construcción de la esperanza. La esperanza en el seno familiar se refleja en la resiliencia, el amor incondicional y la fe en las capacidades de sus seres queridos. Criar a un hijo con discapacidad intelectual es un desafío constante, y la esperanza permite a las familias superar los momentos difíciles, encontrar recursos y apoyos, y celebrar los éxitos de sus hijos.
Es importante reconocer y valorar la resiliencia de estas familias, su capacidad para adaptarse a las circunstancias para seguir brindando cada día un amor incondicional. Ofrecerles información, orientación y apoyo emocional, así como facilitar el acceso a redes de familias y grupos de apoyo, puede fortalecer su capacidad para mantener la esperanza y afrontar los desafíos con mayor confianza.
En nuestros centros, ofrecemos recursos y apoyo a las familias, ayudándolas a enfrentar los desafíos y a celebrar los logros. La esperanza se fortalece en la comunidad, donde las familias encuentran acogida y comprensión.
08 | 1 | 3 La Esperanza desde la perspectiva de los profesionales.
Los profesionales que trabajan con personas en el ámbito de la discapacidad intelectual, tienen la responsabilidad de inspirar esperanza en las personas y familias a las que atienden. Su labor va más allá del cuidado; es una vocación de servicio y compromiso con la dignidad humana.
La ética profesional, la formación continua y la reflexión sobre la propia práctica son fundamentales para garantizar una atención de calidad y para evitar actitudes paternalistas o capacitistas que puedan socavar la esperanza. Escuchar activamente a las personas y familias, comprender sus necesidades y aspiraciones, y trabajar en colaboración con ellas para alcanzar sus metas, son elementos clave para fomentar un ambiente de esperanza y confianza.
En nuestros centros, los profesionales son formados para brindar un apoyo integral, basado en los valores de hospitalidad, respeto, responsabilidad, espiritualidad y calidad. La esperanza se refleja en cada gesto de cuidado, en cada palabra de aliento y en cada esfuerzo por mejorar la calidad de vida de las personas a las que apoyamos.
08 | 1 | 4 Conclusión
La esperanza es un hilo conductor que une a las personas con discapacidad intelectual, sus familias y los profesionales que les apoyan. En este Año de la Esperanza y Año Jubilar de la Orden Hospitalaria, reafirmamos nuestro compromiso de acoger y apoyar a las personas con discapacidad intelectual. El lema del año jubilar de la Orden, “Esperanza en la Hospitalidad al estilo de san Juan de Dios» nos inspira a continuar construyendo un futuro donde cada persona sea acogida, valorada y apoyada, siguiendo el ejemplo de nuestro fundador san Juan de Dios.
Las historias de personas con discapacidad intelectual que han experimentado la hospitalidad de la Orden a lo largo de los años, son un testimonio del poder transformador de la esperanza. A través del cuidado compasivo, el apoyo personalizado y la promoción de la inclusión social, estas personas han podido desarrollar sus capacidades, superar sus limitaciones y vivir una vida plena y significativa.
En este año especial, renovamos nuestro compromiso de ser portadores de esperanza y de extender la hospitalidad a todos, especialmente a aquellos que más lo necesitan.