La autora se centra en las posibilidades y caminos que el Concilio Vaticano II abrió, y pone de relieve algunas oportunidades y límites en el quehacer bioético. El Concilio supuso una aportación indispensable al universo ético que debe proveer a la bioética para realizar su cometido.
El autor presenta estos dos acontecimientos, sus inicios, el espíritu que animó a las personas que han estado al frente, algunos resultados y retos. Sobre los dos binarios, Pastoral de la salud y Bioética, se ha hecho un buen camino, pero queda mucho por hacer. Se dará cuenta el lector a medida que vaya entrando en su lectura.